Bienvenido a este blog. Hasta principios de otoño de 2018 y desde marzo de 2010, sirvió para que el alumnado al que atendí en las áreas de Música y Lenguaje tuviera a su disposición una herramienta que poder usar al trabajar en dichas materias.
A partir de ahora se convertirá en el escritorio de un maestro jubilado. Pero no queriendo eliminar, por su posible utilidad, la información acumulada durante los ochos años citados, convivirán juntas las experiencias de una parte importante de la vida laboral con las experiencias de la vida de quien ya no ejerce la docencia.
Una advertencia: Desaparecen todas las imágenes y vídeos del alumnado, pero seguirá habiendo acceso a ellos a través del blog original, pulsando en el siguiente enlace Blog de Música y Lenguaje
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

miércoles, 23 de noviembre de 2022

¿QUÉ HA SIDO ESO?

Podría tratarse de octubre o noviembre de 1975 o 76. Los tres amigos partíamos de madrugada, alrededor de las cinco, en dirección a la carretera de Sierra Nevada. Yo recogía a Pepe, que vivía muy cerca de mí, y juntos pasábamos por la casa de Jaime, que ya nos esperaba con su cigarrillo en la mano y su habitual sonrisa amplia. Las calles de la ciudad estaban completamente vacías y poco iluminadas. Sólo ellas eran testigos de nuestra presencia y quizá hasta captaran ese hormigueo en el estómago síntoma de la ilusión de tres jóvenes que comenzábamos a experimentar el regusto de las primeras excursiones autorizadas por los progenitores, eso sí tras tenaces negociaciones y aun así a regañadientes. Nos sentíamos libres, aventureros y con la fortaleza necesaria para llegar caminando al Hotel del Duque. Este edificio, mandado construir por don Julio Quesada-Cañaveral, duque de San Pedro de Galatino, nunca llegó a ejercer como tal. El propio constructor duque lo donó al Arzobispado para ser usado como Seminario de verano.

La ruta era larga y de ahí el salir tan temprano. Primero debíamos superar el tramo menos agradable para cualquier excursionista, es decir, la carretera y el asfalto. Al llegar a Pinos Genil seguíamos la vía del tranvía (de la Sierra), línea recientemente clausurada tras casi cincuenta años de servicio. Comenzaba ahí el segundo tramo que seguía las férreas paralelas discurriendo por parajes de incuestionable belleza, transitando por túneles y cruzando puentes hasta alcanzar la estación de El Charcón. En ese punto cruzábamos el río Genil y se iniciaba una fuerte pendiente que nos conduciría al mencionado Hotel.

Pero volvamos atrás. Atravesábamos el barrio de Gracia, recortábamos hacia la calle de San Antón buscando los jardines del Salón, el Paseo de la Bomba, hasta dar comienzo a la carretera de la Sierra. Ya era necesario encender nuestras linternas, circular en fila india y por la izquierda, como mandan las normas. Ante cada uno de nosotros, una pequeña alfombra cónica de amarillenta luz nos aseguraba la protección necesaria contra un mal paso, un objeto extraño en el arcén... Mientras al principio de nuestra caminata, aún por las calles de la ciudad, hablábamos y reíamos, ahora el silencio se hacía espeso. Era necesaria mayor concentración, aunque no esfuerzo.

Estaríamos cerca de Cenes de la Vega, bien llegando o tal vez recién pasado, cuando una luz potentísima proveniente del sur y de casi nuestro cenit, o sea, a la izquierda del cauce del río y por encima de las montañas, iluminó todo durante décimas de segundo.

¿Qué ha sido eso!? nos preguntamos deteniendo la marcha y revisando, linternas apagadas, el entorno: un paisaje de noche cerrada, sin luna, tan solo iluminado por las estrellas que un firmamento completamente despejado nos quería regalar. Mirábamos hacia el punto del que creíamos partió el potente foco de luz. Nada especial. Encendimos de nuevo nuestras pequeñas lámparas y reanudamos la marcha. No habiendo transcurrido ni tres minutos, ahora nuestros canales de percepción en alerta, escuchamos los ladridos encolerizados de algunos perros, posiblemente de cortijos próximos. Los gañidos procedían de nuestra izquierda, pero fueron envueltos y ninguneados por un sonido poderoso, como si del grave de una trompa se tratara pero tremendamente amplificado, y de inmediato un segundo destello luminoso procedente de la misma zona que el anterior. La inquietud de los canes unida al extraño y poderoso sonido, provocaron que nuestra vista, en máxima alerta, pudiese delimitar mejor el extraño fenómeno. Efectivamente la luz emanaba como de un foco circular enorme, que revelaba todo el terreno durante una fracción de segundo.

Inquietos, comenzamos a preguntarnos qué estaba ocurriendo. Pensamos si debíamos refugiarnos en el pueblo o cercanías y suspender la excursión. En esas ágiles reflexiones, el fenómeno aconteció por tercera vez y respaldando el mismo guion: los perros, el sonido (la primera vez o no lo hubo o no lo percibimos) y el destello. Después no volvió a repetirse.

Nuestra excursión continuó sin novedad hasta alcanzar la meta propuesta y posteriormente regresar a casa. Pero hablamos sobre aquello y planteamos hipótesis que explicaran la rareza a la que Pepe bautizó con mucha gracia como "Fenómeno Q". ¿"Q"ué ha sido eso? fue lo primero que, sorprendidos, acudió a nuestras bocas. ¿Podría haber sido una bengala? ¿un meteorito? La lógica de nuestras explicaciones terminaba desmoronándose ante la singularidad de lo experimentado.

Preguntamos más tarde a otros excursionistas que encontrábamos si habían advertido algo extraño en el cielo, de madrugada. Nadie. Sólo nosotros. Al día siguiente compré los diarios locales y no recogían noticia, ni siquiera semejante, que pudiera aportar alguna explicación al caso.

Lo más parecido a la experiencia que os he relatado se lo escuché a alguien entrevistado por José María Íñigo en alguno de sus programas de aquellas fechas. Jamás pensamos ninguno de los tres amigos que nos hubiéramos "tropezado con un prodigio de corte extraterrestre". Nunca creímos en ello, pero os certifico que los momentos vividos fueron extremadamente inquietantes y sin duda, aquello, lo más extraño que he presenciado en mi vida.

Hasta la próxima

jueves, 17 de noviembre de 2022

CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE SASCHENHAUSEN

El primitivo campo de Oranienburg fue reconvertido en el campo de concentración de Sachsenhausen en 1936 por los propios internos. Se ubicaba en una planicie al borde de aquella población, en las inmediaciones de Berlín, capital del Reich.                                       Los prisioneros tenían asignada tareas como reparar zapatos, relojes y reciclar equipo capturado convirtiéndolo en materias primas. Eran más de 3.000 en ese Komando (apellidado Speer), el más numeroso de entre los 10.000 y 15.000 presos del campo. También se llevarían a cabo experimentos sobre suelas de zapatos. Así, alrededor de una pista con carriles separados cubiertos de grava, ceniza, arena, cemento... unos 150 prisioneros daban vueltas cada día hasta recorrer 40 kilómetros y determinar la duración de los distintos materiales, llevando a la espalda sacos de arena de hasta 15 kilos y con los pies apretados en unos zapatos dos tallas más pequeñas. Dicho estudio era "inofensivo" en comparación con las pruebas sobre medición de ruido de silenciadores para pistola llevados a cabo. Aunque Saschenhausen no era un campo de exterminio propiamente dicho, la violencia...

PUEDES CONTINUAR LEYENDO CON MÁS FACILIDAD POR MEDIO DE ESTE

ENLACE

TRAS LA ÚLTIMA FOTOGRAFÍA

 PODRÁS TAMBIEN ENLAZAR CON EL TEXTO RESTANTE








Dibujos hechos en las pared por cortadores de patatas












Superficie donde se hallaba el Barracón 19, el de las falsificaciones.


Casa del Comandante del campo. Todo intacto.


----------------------------------------------------------------------------------------------


Campo Especial nº 7. El horror soviético. 

PUEDES CONTINUAR LEYENDO CON MÁS FACILIDAD POR MEDIO DE ESTE

ENLACE


Bibliografía consultada.

Hasta la próxima

viernes, 11 de noviembre de 2022

KÖPENICK: SEMANA DE LA SANGRE

Por Semana de la Sangre en Köpenick (Köpenicker Blutwoche) se conoce a la semana de detenciones e inmediatas torturas y ejecuciones de civiles que las SA (SturmAbteilung o Divisiones de Asalto) perpetraron en dicha localidad berlinesa entre el 21 y el 26 de junio de 1933. Alrededor de 500 discrepantes con el nacionalsocialismo, políticos y judíos fueron apresados por miembros de aquella organización paramilitar tanto local como de otras zonas de Berlín. Los arrestados fueron sometidos a vejación, tortura y al menos una veintena asesinados. Otros fallecieron posteriormente por los daños que provocó su tormento. Los que sobrevivieron al horror llevaron las cicatrices físicas y psíquicas de su padecimiento, de por vida. La sangrienta semana fue una muestra de la extrema violencia que posteriormente caracterizaría a las SS (Schutzstaffel o Escuadrones de Protección), anteriores SA ahora reconvertidas. Las muertes de tres componentes del partido por los disparos de un carpintero que iba a ser detenido, fueron exaltadas hasta el punto de que el propio Joseph Goebbels asistió al Funeral de Estado que se les organizó. Los autores de tanto dolor fueron juzgados y condenados entre los años 1947 y 1950.

Hoy día, el siniestro lugar donde se practicó tanta violencia y se produjo tanta angustia se puede visitar. Forma parte de un circuito museístico de Berlín menos conocido y por ello sólo abre al público dos días en semana. Se halla en Köpenick, Puchanstraße 12. Las siguientes fotografías muestran la zona accesible, que incluye un centro de interpretación. En una de las celdas se escucha débilmente, como si proviniera de la contigua, un sonido inquietante que produce cierto sobresalto porque el visitante no es advertido previamente. Tras las fotos colocaré un enlace a lo que pude grabar con el móvil.
















ENLACE al sonido de la celda

Hasta la próxima

miércoles, 9 de noviembre de 2022

MOZART Y EL CEMENTERIO DE ST. MARX EN VIENA

Subimos a un tranvía en Renweg, muy cerca del Palacio Belvedere hacia el cementerio de St. Marx en el distrito vienés de Landstraße. Llegado el momento descendimos del transporte y observamos estar en una zona poco concurrida y hasta triste, puedo decir. Nada que ver con la Viena monumental y magnífica que habíamos dejado atrás. Tratamos de ubicarnos mirando nuestros planos y dirigimos los pasos al camposanto. Por mayor seguridad abordamos a un señor para preguntarle sobre la corrección de nuestro rumbo. Curiosamente no hubo necesidad de abrir la boca pues el hombre nos miró y de forma automática extendió brazo e índice en la dirección que debíamos tomar. Me pregunté cuántas veces le habrían formulado la misma cuestión que nosotros no llegamos a plantear. Por fin, allí estábamos. St. Marx, la necrópolis que desde 1784 fue el último lecho de tantas personas, incluido W. A. Mozart.

Existe cierta controversia sobre el lugar de enterramiento del genio (también sobre su muerte), pues aunque algunos autores defienden que siendo tan pobre como lo era en 1791, año de su fallecimiento, fue inhumado en una fosa común anónimamente, otros investigadores aseguran no ser correcta esta teoría. Sobre el lugar donde se cree fue depositado el cuerpo sin vida de Mozart, hoy puede verse sencillamente un pedestal donde se lee W. A. Mozart 1756-1791 y sobre él una columna rota. A su lado, un ángel de dolor.

Catedral de San Esteban (Stephansdom), donde se celebró el funeral del compositor.


Cementerio de St. Marx


Presunto enterramiento de Mozart.

(Hasta la próxima)

Escucha Radio Clásica de RNE

Generando sonidos con la flauta

Biografías de Compositores

Biografías de Compositores

Fotografías de compositores

Fotografías de compositores

Historia de la Música (Cómic)

Historia de la Música (Cómic)
Aprende y diviértete

Rincón de juegos y aplicaciones educativas

Rincón de juegos y aplicaciones educativas

Trivial musical

Trivial musical
Pulsa sobre la imagen y diviértete.

Cómo se construyen los instrumentos

Cómo se construyen los instrumentos

Rincón de las partituras

Rincón de las partituras