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En 1994 accedí al colegio público San Francisco de Cájar (Granada), desde mi anterior destino en la bella plaza gaditana de Tarifa. Solicité la vacante de Educación Musical y la obtuve en el concurso de traslados de dicho año. Lo primero que hice al llegar a mi patria chica fue llamar al Ayuntamiento de la localidad para interesarme por las características del centro donde en menos de dos meses empezaría a servir como maestro de música. Me informaron ampliamente y me facilitaron el número de teléfono del Jefe de Estudios, un tal don Joaquín. También hablé con este señor cuya amabilidad me sorprendió gratamente y cuya voz me transmitió serenidad.
Me puso al corriente de las características físicas del colegio, aclarándome que existían dos edificios. El más antiguo, en el centro del pueblo y otro de más reciente construcción en la parte alta, llamada Bellavista (sobra aclarar por qué ese nombre), separados entre sí por un kilómetro aproximadamente. Me reveló apuntes sobre el tipo de alumnado, sobre las familias, sobre la existencia de una Escuela Hogar que abastecía las aulas con niños y niñas menos favorecidos que los de la villa, me habló de quienes pronto serían mis nuevos compañeros de trabajo, y por supuesto me habló de la música, de la materia por la que yo me presentaba.
-En este pueblo hay rondalla, banda de música, coro rociero, coro de voces mixtas orquesta de plectro... Es un pueblo al que le gusta la música -me dijo- y en el colegio se vienen desarrollando actividades musicales de las que ya hablaremos más tranquilamente. Bienvenido y nos vemos en septiembre, Luis.
El día primero de ese mes me presenté en el colegio, donde Joaquín me documentó sobre todo lo relacionado con la materia de mi especialidad.
-Para Navidad, Onda Cero Radio organiza un Certamen de Villancicos al que ya nos presentamos el pasado curso. Sería muy interesante que tú continuaras con la actividad, aunque, naturalmente, eres el especialista y tienes la última palabra. Pero, Luis, los niños lo pasan muy bien y podríamos también este año volver a participar -me propuso.
A mí me pareció una idea interesante y solicité más detalles. Me llamó la atención el gusto que demostraba por la música, si ben insistía riéndose de sí mismo en que no sabía nada sobre la materia.
-Luis, esa es una de las espinitas que tengo en mi vida. No sé nada de música y no sabes cuánto me gustaría. Me apunté al Conservatorio, pero nada de nada. Soy un negado.
Yo me reía y pensaba que exageraba, pero era verdad. Ahora bien, tenía una capacidad innegable para distinguir entre buenas, mediocres o malas interpretaciones. Discernía entre distintos instrumentistas cuál era bueno, cuál lo era menos o cuál 'metía la pata'... Al fin y al cabo tenía una cultura musical notable aunque no tuviera formación técnica. Su inquietud le llevó a fundar años más tarde la Orquesta de "Pulso y Púa Ciudad de Granada", conjunto de reconocido prestigio, y a organizar en el auditorio "Manuel de Falla" distintos encuentros de plectro que llenaban la sala hasta la última butaca.
Me puse a trabajar haciendo una selección de los alumnos atendiendo a su correcta afinación. Para ello apenas disponía de los recreos, pues en las clases no podía distraer tiempo para las pruebas pertinentes. Informaba en cada nivel y citaba a los interesados. Durante la media hora les iba pidiendo que entonaran lo que supieran o quisieran, pero les proponía que cantaran 'Cumpleaños feliz' porque el intervalo de octava existente cuando el texto llega a "te 'de-se'amos" me parecía fundamental. De entre los niveles de tercero de primaria y segundo de ESO superaron la prueba hasta cerca de cuarenta niños y niñas. Con ellos empezaba a trabajar e igualmente con otros que podían tocar instrumentos con la soltura necesaria. Flautas, xilófonos, metalófonos y pequeña percusión abastecían un grupo aceptable para nuestras necesidades. Los villancicos escogidos podían ser de cualquier país, no sólo españoles. Los cantábamos a una o dos voces y yo les preparaba la instrumentación, les facilitaba las 'particellas' a cada uno, y en alguna ocasión, hasta componía las piezas.
Joaquín se allegaba, cuando su Jefatura de Estudios se lo permitía, para observar el progreso. Así nos ocupábamos hasta cercana la Navidad. Ese primer año en concreto sólo me dediqué a las voces pues en las fechas del evento viajaba a Tarifa inexcusablemente. Cantaron acompañados por un grupo de plectro, dirigiendo el conjunto Isabel, hija de Joaquín, una chica muy preparada musicalmente. Escuché posteriormente la grabación que facilitó la emisora y me pareció precioso todo. De las siguientes convocatorias me pude responsabilizar sin problema. Onda Cero citaba a los distintos colegios participantes y no fue la primera vez que cantamos en sus estudios. Encajar en algunas de aquellas estancias tanto niño e instrumento no era fácil. Recuerdo a mis percusionistas arrodillados en el suelo casi debajo de las mesas, los cantores por un lado pegados entre sí y los flautistas por otro... Pero ¡qué recuerdos!
-¿Qué necesitas, Luis? -me decía Joaquín, siempre servicial e involucrado al máximo.
-Joaquín -le decía yo, -no me atrevo a meter los metalófonos en el autocar por si se vuelcan y se estropea alguno.
-Sin problema. Yo me los bajo en el BX.
Ese era su coche, su Citroën. Y no me explico cómo aparcaba en la puerta de la emisora, bajaba los instrumentos, se buscaba un sitio donde estacionarlo y llegaba al estudio antes de que comenzara nuestra intervención. Algo increíble su energía y disponibilidad.
Fuimos seleccionados en las diferentes convocatorias a las que nos presentamos y transcurridos unos días desde aquel filtro, se producía el Encuentro propiamente dicho. En la mayoría de las ocasiones se celebraba en el Salón de Actos de algunos de los colegios participantes, pero recuerdo un año especialmente, porque se llevó a cabo en las escaleras del centro comercial Hipercor de la calle Arabial. Más adelante os diré por qué lo menciono.
En los centros nos asignaban un aula y allí ensayábamos un poco a la espera de nuestro turno. Mis músicos se sentían un poco intimidados ya que, perteneciendo los demás participantes a colegios privados o concertados, los uniformes de aquéllos parecían otorgarles un 'prestigio' que, a ojos de nuestros alumnos, ellos no tenían.
-Llevaremos 'ropa de domingo' -les avisaba yo. Y así lo hacían: venían tan arreglados que acostumbrado a verlos con su chándal, me parecían otros. Venían orgullosos, satisfechos, felices... pero la vista de los uniformes los desconcertaba, los confundía y en cierta forma los desmoralizaba.
-¡Eh!, chicos -les decía yo -ni ellos van cantar mejor por llevar uniforme, ni nosotros peor por no llevarlo. Habéis trabajado mucho y sólo con estar en esta fase ya os contáis entre los mejores. Así que, haced lo que tenéis que hacer, miradme en todo momento, no tratéis de localizar a vuestros padres, si ellos os saludan no correspondáis, y al escenario sin miedo. Respirábamos profundamente y trataba de relajarlos. Adoptábamos la posición ordenada de salida, recordábamos la disposición de retorno y nada más. No obstante, cuando todos estaban ante el público, los focos iluminando sus rostros, los micrófonos tan cerca, el desasosiego volvía a cundir. Recuerdo las manos temblorosas de algunos, el labio inferior de otros que tiritaba ostensiblemente. ¡Dios mío! estaban manifestando la responsabilidad que habían adquirido. Otro objetivo cumplido. Yo dirigía la mirada hacia ellos, inspiraba ampliamente, les sonreía y con un gesto les transmitía que su papel era importante y que podían hacerlo con mucha dignidad. Y así fue siempre. Tras el modesto recital, las primeras impresiones me las proporcionaba Joaquín.
-Luis, muy bien. Muy afinado, los niños han estado muy correctos, habéis entrado y salido con todo orden... Muy bien, sí señor.
Arriba os hablaba del año en que cantamos en el centro comercial Hipercor y es que en esa ocasión lo hicimos en la escalera que conduce a la primera planta. Grupos de niños situados en distintos escalones, a distinto nivel pues, y flanqueados por dos escaleras mecánicas cuyos motores emitían un runrún considerable. Yo me temía que la megafonía del establecimiento reclamara en cualquier momento a fulanito para que acudiera a su caja correspondiente, pero afortunadamente no ocurrió. Nuestro público era la numerosa clientela de un viernes por la tarde. La empresa tuvo la gentileza de obsequiar a cada uno de los cantores con un detalle que les hizo mucha ilusión. En ese acto se estrenó una versión monofónica adaptada a los recursos disponibles, de "Unos pastores allá en Belén", villancico de mi autoría. Recuerdo que Pepe, el director del colegio, no pudiendo llegar a tiempo por problemas de tráfico, lo hubo de escuchar desde el aparcamiento del hipermercado a través de la megafonía.
-Luis, me ha encantado -me dijo.
Los niños lo hicieron bien, eso es todo. Con esa misma pieza, conseguiríamos más tarde, en otro Certamen diferente, un segundo premio .
Aquel grupo vocal e instrumental actuó varios años consecutivos hasta que Onda Cero dejó de organizar los Encuentros. Nuestras actuaciones se ciñeron a Cájar y en alguna ocasión Granada, Huétor Vega o Monachil y puntualmente en Madrid.
Cada comienzo de curso se repetía inexorablemente un problema de consolidación de plantilla, pues el alumnado de 2º de ESO pasaba al IES correspondiente y dejaba un hueco considerable cuantitativa y cualitativamente ya que no sólo perdíamos componentes, sino que éstos eran los más experimentados. Es cierto que ingresaban nuevos miembros, pero generalmente de cursos bajos. El grupo musical significó un aliciente importante para muchos estudiantes a los que se les permitía formar parte si el resto de las materias iban siendo aprobadas y no suponía una pérdida de energía en otras áreas.
A lo largo de los años he visto cómo se mejoraban las calificaciones de otras disciplinas por el mero hecho de querer tocar o cantar. También tuve el privilegio de descubrir talentos para la música que, tal vez, no se habrían revelado sino por medio del grupo. El colegio disponía de un par de teclados electrónicos, más cercanos al juguete que al instrumento musical, donde inicié en nociones de piano a más de un alumno. Recuerdo uno concretamente, José Luis, de los diagnosticados como de altas capacidades, que no trabajaba y suspendía siempre. Comencé con él y era asombroso constatar su progreso. Hablé con sus padres y a partir de su radical cambio le compraron un piano de estudio. Años después de abandonar el colegio me encontré con su padre y me dijo que ya estaba en el Conservatorio.
La relación del grupo con la Banda de Música del pueblo era también destacable. El presidente de la agrupación, siempre fue el mismo, José María, subía anualmente al centro y desarrollaba una exposición sobre las características de su formación, con la idea de captar miembros. También colaboramos con ellos muy dignamente. En dicha banda se forjaron muy buenos instrumentistas (María en flauta travesera, Jesús en trompeta, Mohamed en percusión...).
Las Semanas Culturales que organizaba el Equipo de Dirección (yo formaba parte como Secretario) eran un hito. El principal hacedor era Joaquín. Su capacidad como organizador, su originalidad en el diseño de actividades serán siempre recordadas y escritas quedaron para siempre en los programas de dichas Semanas. Gracias a ellas, el grupo de flautas tocó en el Auditorio Manuel de Falla aprovechando una visita al mismo y previa solicitud de permiso. El público lo formaba el resto de compañeros de colegio. En esa ocasión accedió a la sala el director que ensayaría con la OCG el concierto más inmediato. Al verlo me dispuse a cortar la intervención de los niños, cosa que, con un gesto de su mano evitó permitiéndonos continuar y escuchando a los pequeños intérpretes. Para ellos fue, y utilizo de nuevo el vocablo, 'prestigio'. Tocamos en la sede de ensayo de la Banda Municipal de Granada junto a ella. Os podéis imaginar que se trataba de canciones populares sencillísimas pero el alumnado lo vivía como algo excepcional. Actuamos en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de Cájar, en el Ayuntamiento, en el Salón parroquial, en la Escuela Hogar 'Reina Isabel', en una residencia local de ancianos, en el auditorio 'Jorge Garcia Tudela' de la Casa de la Cultura del Barrio de Monachil...
En el Salón parroquial, teatro y antiguo cine interpretamos 'La Sangre Derramada', una de las cuatro partes de la Elegía 'Llanto por Ignacio Sánchez Megías' de García Lorca. Es una pena que no obre en mi archivo grabación de la obra, aunque sé que existe pues algunos padres de los intervinientes la registraron con sus cámaras de vídeo. Compuse la música de aquella segunda parte de la Elegía haciendo un despliegue de medios muy grande para ello. Actuaba gran cantidad de alumnos y se usaban la mayoría de los instrumentos disponibles, tanto de viento como de percusión. Tenía un carácter muy dramático (no podía ser de otro modo), generaba una potencia sonora tremenda y estaba escrita con un lenguaje asequible pero muy actual, haciendo uso de consonancias, disonancias, improvisaciones... Existía un recitador (Miguel) al que escogí por su vozarrón áspero de preadolescente. El desarrollo alternaba los solos declamados con los 'tutti' (que obligaban al muchacho a elevar el volumen de su voz), los pianos con los fortísimos...
-Fabuloso, Luis -me dijo uno de los padres. Y no era mentira. Yo no hice nada especial, pero los niños introyectaron el carácter del texto y vivieron el dolor de quien pierde a su amigo trágicamente. Inolvidable.
Durante el curso 2000-2001 el colegio se presentó al 'Certamen Europeo del Joven Consumidor' (iniciativa de la Unión Europea) para potenciar entre los jóvenes una alimentación sana y equilibrada. La idea nos pareció muy en consonancia con el trabajo que el colegio realizaba en pro de esta materia y nos lanzamos a un torrente de ideas que terminó exitosamente. Para entender dicho éxito hay que remontarse a fechas anteriores. Y me explico. Además de la música, otra de las pasiones de Joaquín era la Educación Vial. Tanto fue así que planteó la idea al Ayuntamiento de construir una pista infantil de tráfico dentro del recinto escolar. Una corporación tan receptiva como la de Cájar aprobó la idea, libró el dinero necesario y la pista fue construida. Vías, plaza, señales, semáforos, no le faltaba un detalle. Por ella circulaban bicicletas, peatones y hasta dos cochecitos a motor de gasolina. Hablar de las actividades que se promovieron gracias a esta pista infantil llevaría otro escrito y bien extenso. Pero volvamos al torrente de ideas. Una alimentación sana y equilibrada... cómo enfocar el tema, qué actividades programar... Dentro del Equipo de Dirección pensábamos y pensábamos hasta que una mañana, el director entra impetuoso en el despacho abriendo la metálica puerta con una excitación inusitada.
-Ya sé lo que vamos a hacer y os digo que vamos a ganar -manifestó exultante.
Pepe también era un hombre creativo y cuando tenía fe en algo luchaba por ello contra viento y marea. Lo miramos perplejos por la agitación que le embargaba.
-Vamos a relacionar la alimentación equilibrada con la Educación Vial. Ganamos seguro, ganamos seguro -nos transmitió con una firmeza pétrea.
Hablar sobre la preparación del proyecto y sobre sus múltiples facetas nos llevaría mucho tiempo. Deciros que la pista de tráfico se convirtió en un aparato digestivo por el que entraban los alimentos saludables, se digerían, etc, etc. pero me voy a ceñir exclusivamente a lo que a música se refiere. Pepe argumentó que debíamos tener una música que identificara nuestro proyecto y para ello pidió a una compañera, Mari Ángeles, que ideara una letra. Esta mujer, que 'tiraba muy bien de lápiz', creó unas estrofas geniales y a mí se me pidió poner música a dicho texto. Así fue. Presenté la música a los pocos días y la autora quedó satisfecha. Ya teníamos el sello musical identificativo. Nuestra canción, 'Elige bien tu menú' estaba lista para trabajarla con los alumnos.
Se presentó el proyecto a la Junta de Andalucía, y como augurara Pepe en su momento, obtuvo el primer premio en nuestra Comunidad Autónoma. Meses más tarde marchamos a Madrid a exponerlo junto a los dieciséis centros de las otras tantas comunidades. El lugar para ello fue el Ministerio de Sanidad y Consumo y allí, los alumnos, entre otras actividades, interpretaron la pieza en cuestión. También fue una experiencia inolvidable.
A Huétor Vega nos desplazamos con motivo de la celebración del Año Mozart (CCL aniversario del nacimiento del compositor). Allí tocamos fragmentos de composiciones del autor. Anecdótico que ese día todo el alumnado de infantil fuera ataviado con la indumentaria de la época, incluida la peluca.
A partir de la jubilación de Pepe y de Joaquín, el colegio asumió una rápida y profunda transformación que supuso la puesta en marcha de los servicios de comedor escolar, de aula matinal y de actividades extraescolares. En el aspecto de infraestructuras se hicieron modernizaciones y mejoras importantes, pero sin duda lo que mayor incidencia sobre el grupo musical tuvo, fue la desaparición del primer ciclo de ESO. Ello supuso la pérdida de la noche a la mañana del número de alumnos más experimentados. Sólo contaríamos desde ese momento con alumnado de entre tercero y sexto de Primaria. Nos transformamos con rapidez continuando nuestra labor exclusivamente como grupo de flautas. La Dirección del colegio elaboró un horario por el que se dedicaba una hora semanal a ensayos. No fue fácil coordinar con los niveles de tercero a sexto de Primaria para que el alumnado de la agrupación dejara las clases de ese momento y asistiera a los ensayos. El tiempo de recreo ya sólo se utilizaba muy puntualmente. Como tal 'Grupo de Flautas del CEIP San Francisco' el trabajo se orientó fundamentalmente hacia la música de cine. Yo preparaba las obras que podían circunscribirse a la tesitura de las flautas dulces y comenzaba una nueva etapa. El alumnado asumió su responsabilidad y trabajó a conciencia hasta el punto de que digerimos en breve la pérdida de los compañeros de ESO. Gracias a las enseñanzas de Ana, madre de alumna, diseñé un blog dedicado a las áreas que yo impartía: Música y Lenguaje. En él colgaba las partituras y poco a poco el repertorio se fue ampliando. Nuestras actuaciones se adhirieron a eventos y festividades. Así, quedaron estables los recitales de Navidad, fin de curso y despedida del alumnado que concluía Primaria. Colaboramos puntualmente con la Banda de Música de Cájar y asistimos en dos ocasiones al Festival Internacional de Poesía Grito de Mujer que encontraba en Cájar una de sus sedes, cantamos para los mayores de la residencia Lindaraza del Barrio de Monachil...
De entre nuestro repertorio, adaptaciones de temas BSO, adaptaciones de música utilizada para el cine y otras, a dos y tres voces, destaco: La vida es bella (Nicola Piovani), Romeo y Julieta (Nino Rota), Doctor Zhivago (Maurice Jarre), Vals nº 2 (Shostakovich), Greensleeves (Anónimo), Sarabande -de la Suite en re menor- (Häendel), A song for you (Otto M. Schwarz), Treulich Geführt (Wagner), El Príncipe Igor (Borodin), Vois sur ton chemain, Caresse sur l'océan (Bruno Coulais), El final de la cuenta atrás (John Scott), La Primavera (Vivaldi), Pompa y circunstancia (E. Elgar), Granada (A. Lara), La lista de Schindler (John Williams), Chitty, chitty, bang, bang (Richard M. y Robert B. Sherman), Conan el bárbaro (B. Poledouris), Bolero (M. Ravel), Gabriel's oboe (Ennio Morricone), El último mohicano (Trevor Jones y Andy Edelman), Música nocturna de Madrid (L. Boccherini), Sounds of silence (Paul Simon), Never an absolution (James Horner), Va pensiero (G. Verdi), 1492 (Vangelis), Apollo XIII (James Horner), Piratas el Caribe (Klaus Badelt y Hans Zimmer)...
La última actuación de Grupo de Flautas del CEIP San Francisco de Cájar se produjo el 25 de junio de 2018 y con mi jubilación como maestro la agrupación dejó de existir. Quedará su historia y en la memoria de los cientos de componentes que pasaron por ella, permanecerá, eso deseo, el recuerdo de jornadas y actividades fascinantes.
Hasta la próxima.