Desde septiembre de 1987 y hasta junio de 1994 serví como profesor de E.G.B. (luego nos llamaron maestros de primaria, término que me gustó mucho más) en el C.P. "Guzmán el Bueno" de Tarifa (Cádiz). Durante aquellos siete cursos disfruté de experiencias inolvidables. En esta ocasión voy a recordar la que se relaciona con parte del paisaje. Tuve la fortuna de vivir con mi familia en los llamados "bloques de la playa". En plena playa de los Lances, el poniente tarifeño, la vista era impresionante: al este el istmo que conduce a la Isla del faro, más allá, salvando el mediterráneo, el monte Musa ya en Marruecos. Al sur, frente a nosotros, Tánger. Y hacia el oeste la extensa playa de los Lances. Cualquier puesta de sol es de una belleza impresionante, pero desde allí, desde aquella playa, no solo la vista sino el sonido, real o imaginado, conceden a la sensación que uno experimenta un valor especial. En una playa de doce kilómetros las olas rompiendo constantemente como si un motor natural, agradable y relajante consumiendo un inagotable combustible no dejara de sonar en ningún momento; gaviotas, el viento, niños jugando en la arena... hasta el claro perfil del esbelto minarete de alguna mezquita tangerina. Y el sol bajando, y el mar incansable yendo y viniendo y el paisaje cambiando cada segundo en función de la tornadiza luz de la inmensa moneda roja a punto de introducirse en la acristalada hucha del atlántico. Y yo contemplando y sintiendo. Cuando retorné a Granada y rehíce mis recuerdos y sensaciones, comencé a componer una Suite: La Suite Tarifa, con números como "Entre dos mares", "Tremor cordis", Nuestra Señora de la Luz"... o "Atardecer". He buscado entre las fotos de mi álbum y he encontrado algunas que ilustran este vídeo y he decidido acompañarlas con la música de "Atardecer", una obra que nunca se estrenará pero que refleja todo lo que acumulé en mi mente y en mi alma contemplando aquellas caídas de sol en la playa.
Si decides escuchar la música (generada por ordenador), te recomiendo auriculares.